La serpiente de bronce y la Cruz
- Veronica Patino
- 15 sept
- 2 Min. de lectura
Quiero empezar diciendo que esta reflexión no es mía, solo quiero compartirla y añadirle algunos matices (como dirían mis amigos españoles), pero lo que van a leer va a ser bueno.
Y en otro tema, debo decir que la muerte de Charlie Kirk me ha movido mucho, no tengo idea por qué, porque no éramos ni amigos, ni conocidos, solo lo empecé a seguir por una buena amiga y de ahí en adelante me inspiró muchísimo, pero con su muerte como un nuevo fuego se ha encendido. Es algo que no tiene mucha explicación y un así está sucediendo.
Y bueno, la homilía de ayer domingo 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz, fue de esas para grabar en la memoria, por eso ahora la escribo acá.
Lo primero es que la primera lectura y el Evangelio se interconectan completamente, de hecho Jesús hace referencia a este relato donde el pueblo judío le reclama a Dios por estar varados en el desierto y el Señor les envía serpientes venenosas. Y luego el pueblo arrepentido le pide a través de Moisés al Señor que aparte las serpientes. Y así lo hizo Dios, le dijo a Moisés "haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla". Números 21, 8.
Ahora, aquí viene la parte buena. El padre hace una pregunta que me quedé helada. ¿Por qué Dios pediría que la serpiente, el símbolo de pecado y muerte, sea levantada en un estandarte y que el que la vea quede curado? No tiene NINGUN sentido... aparentemente.
Y la reflexión fue esta: que importante es para el ser humano desvelar, ver, reconocer, sacar a la luz el pecado, verlo de frente. Es la única manera de curarnos, reconociendo esa pequeñez.
Y luego, el Evangelio dice esto: "Así como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna." Juan 3, 14-15. Une esta figura a la Cruz de Jesús, al sacrificio por nosotros. Reconociendo el pecado, viéndolo en plena luz, desvelado, en un estandarte, podemos volver a Jesús y dejarnos salvar con su Santa Cruz.
Y termina con esto que es simplemente perfecto:
"Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él". Juan 3, 17
Y para terminar la interconexión magnifica de este domingo, la Segunda Lectura de San Pablo hablando a la gente de Filipo, les dice esto que leyéndolo nuevamente, debe ser uno de mis versículos favoritos:
"Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre sobre todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre."
Léelo de nuevo, despacio. Es simplemente breathtaking.
Inspirado en la Homilía del p. Raniero en la Parroquia Santa Teresita

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