Habemus Papam

Yo no se ustedes pero lo que vivimos este 8 de mayo cuando salió humo blanco por la chimenea de la Capilla Sixtina no tiene palabras. QUE EMOCIÓN más grande, Habemus Papam. Me llama mi esposo: amor, salió HUMO BLANCO y yo pensando que me estaba preguntando le digo: no creo, aun no. Y él me repite: no, te estoy diciendo que ya salió humo blanco, ya hay Papa.

GOOSEBUMPS

En verdad se me puso la piel de gallina y los ojos aguados jajaja quería llorar, lloré de hecho. Ya la Iglesia, acompañada por el Espíritu Santo, tenía sucesor de Pedro.

Ahora a esperar que el nuevo Papa salga al balcón. Yo no me despegaba de la tele, porque podía salir en cualquier momento. Y llegó el momento, sale el cardenal Mamberti: Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam (Les anuncio una gran alegría: tenemos Papa) y la gente que estaba abajo en la Plaza San Pedro gritaba de alegría, y nosotros con ellos, a llorar de nuevo jajaja pero fuera de broma, la emoción era tal que no puedo ni describirla.

El nuevo papa era el cardenal estadounidense Robert Prevost y el nombre que había elegido era León XIV, misionero, además nacionalizado peruano, osea un Papa americano con corazón latinoamericano.

Y bueno, ahora sí, sale el Papa León XIV y lo que llamó la atención fue la emoción de su cara, con los ojos llorosos. Me imagino el impacto que debe tener ver a una multitud gritando de alegría y aplaudiendo al sucesor de Pedro. Creo que a muchos nos conmovió verlo tan humilde y conmovido por este encargo que más que un privilegio, es una enorme cruz. Y en ese momento agradecí a Dios por este nuevo Papa.

Y las primeras palabras que nos dirigió fueron estas:

¡La paz esté con todos ustedes!

Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor, que ha dado la vida por la grey de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entre en sus corazones, llegue a sus familias... a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!

Esta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente.

Aún conservamos en nuestros oídos la voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco que bendecía Roma, el Papa mientras bendecía Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero, esa mañana del día de Pascua. Permítanme continuar esa misma bendición: Dios nos quiere, Dios los ama a todos, y el mal no prevalecerá. Estamos todos en las manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos, tomados de la mano con Dios y entre nosotros sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita su luz.

La paz esté con nosotros, pero no la paz como la da el mundo sino como la da Cristo, una paz que da plenitud, que cuando la sientes, tienes la certeza que nada puede inquietarte.

Dios nos ama incondicionalmente, es así. Cuando fui mamá entendí esto: el amor a los hijos es incondicional y ahora siempre le repito esto a mis bebés: Si te portas bien o te portas mal, te amo IGUAL. Y es que entendí que así mismo es Dios, aunque lo busque o aunque lo ofenda con mis actos/actitudes, Él me ama igual y eso me hace amarlo más

El mal no prevalecerá: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mt 16, 18. Este recordatorio es tan importante, porque para muchos (me incluyo) es tentador enfocarnos en lo mal que estamos, pero ya lo dijo Jesús y hoy León XIV nos lo vuelve a recordar: el mal no prevalecerá.

Y finalmente: el mundo necesita su luz. Esto me hizo acuerdo a otra cita de Mateo, una de mis favoritas: Ustedes son la luz del mundo... Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. Mt. 5, 14-16. Si bien la humildad es una virtud maravillosa, Jesús nos pide que brillemos, que seamos luz, pero no para nuestra propia gloria, sino para que la gente conozca a nuestra Padre a través de esto. Así que brillemos, para darlo a conocer a Él.